NORDKAPP.
CRONICA DE UN
VIAJE ANUNCIADO.
21/6/2015 a 25/7/2015
Hace ya muchos años, quizá unos 30, que teníamos en mente viajar a Cabo Norte con nuestra propia furgoneta. Han sido años de ilusiones, de otros viajes más “cortos”, de leer crónicas de otros viajeros, de buscar información, hasta que el año pasado decidimos que el 2015 sería el año del Gran Viaje. Grande por preparativos, grande por duración, grande por kilómetros a recorrer, por países a atravesar, vamos, por casi todo, incluido el presupuesto, claro.
Ha sido un viaje diferente no solo por el recorrido en sí. También el hecho de pensar en hacerlo en grupo complicó algo los preparativos. Acordar las fechas fue una tarea difícil, y, al final, hubo algún pequeño desbarajuste. Uno de los coches al final no pudo salir al no poder adaptar el calendario, y otro salió con unos días de “ventaja”, para ir abriendo camino.
Pero todo llega, y llegó el día 21 de Junio, día de inicio de nuestro camino en busca del Sol de Medianoche. El día anterior habían llegado a Barcelona Marcela y Juan desde Sanlúcar y así, el día previsto salimos a la carretera. La primera etapa se cumplió sin problemas y llegábamos al atardecer a las proximidades de Beaune, en el Norte francés, donde nos esperaba una agradable sorpresa. En esa pequeña ciudad hacen unas jornadas dedicadas a la música, y esa tarde había varios grupos. Decidimos no quedarnos a dormir en el área de ACs de esa localidad, y nos fuimos a un FP cercano.
22 Al día
siguiente, después de
desayunar, salimos dirección norte de nuevo, y casi sin darnos
cuenta entramos
en Alemania. Antes de mediodía nos encontramos en un
fenomenal
atasco en las
proximidades de Frankfurt, así que nos detenemos en un
área de picnic a comer.
Probaremos suerte, a ver si por la tarde hay menos tráfico.
Después de hacer un
picnic parece que el tráfico está un poco menos
espeso, así que reemprendemos
la marcha. De todas maneras, el tiempo perdido en el atasco nos
obligará a
parar algo antes de lo previsto a descansar.
23 Hoy toca recuperar. Salimos camino de Putgarden, ya al Norte de Alemania, donde llegamos después de comer. Embarcamos en el ferry y poco tiempo después pisamos tierra danesa. Tras unos kilómetros, nos detenemos a pasar la noche cerca ya de Copenhague.
24
Cuando despertamos nos acoge un día lluvioso que nos
acompaña hasta la capital.
Tras dar una vuelta por el centro de la ciudad, aparcamos los
vehículos y nos
vamos a pie hasta la Sirenita. Tras las fotos de ritual volvemos hacia
los
coches. Por el camino hacemos alguna fotillo
a los
guardias del Palacio Amalienborg, y tras
reponer
monedas en el parquímetro, damos un paseo a pie por el centro. A
mediodía, ya
que el tiempo parece no mejorar, decidimos coger carretera y manta y
dirigirnos
a la vecina Suecia. Cruzamos por el puente que une Copenhague con
Malmö y
entramos en esa preciosa ciudad. Parece que hace mejor día y
dejamos los coches
aparcados en una plaza provista de parquímetros pero no nos coge
la tarjeta de
crédito. Un amable señor nos indica que no paguemos, que
no pasa nada y que a
los extranjeros no los multan, así que nos vamos a dar
un paseo,
hacer cuatro
fotos y luego nos vamos a ver de cerca el edificio más famoso de
la ciudad: el
Torso. De nuevo en marcha, nos metemos en la autopista dirección
Estocolmo.
Paramos a hacer noche cerca de Jonkoping,
y como ya
llevamos unos días en marcha, decidimos buscar un camping. Nos
sorprende un
poco ver la barrera abierta y mucha gente en lo que parece ser una
fiestecilla.
Al poco aparece la recepcionista y nos instalamos. Después de
cenar, salimos a
dar un paseo. Se ven hogueras pero no hay nadie alrededor. Volvemos al
camping,
y a dormir.
25 A la
mañana
siguiente, partimos
dirección Estocolmo. Es una ciudad encantadora, llena de bonitos
rincones y a
la que dedicamos unas cuantas horas. Pocas para lo que se merece,
así que nos
tocará volver algún día. A media tarde volvemos a
la autopista dirección Norte.
Nos paramos a dormir en un área de servicio, a pie de autopista.
Parece
tranquila y no está muy pegada a la vía, pero no contamos
con los camiones que
paran a descansar, a pesar de que la zona donde aparcamos está
reservada para ACs.
26 Por la mañana, después de desayunar, volvemos a la carretera. Las autovías suecas son buenas, pero aburridas como pocas. Los kilómetros se hacen interminables, pero poco a poco, nos acercamos a nuestro objetivo. El día transcurre sin nada especial, solo los paisajes interminables de bosques y lagos, que nos indican que estamos cerca de Finlandia. A media tarde, entramos en un área de picnic de la autovía, y decidimos quedarnos a pasar la noche allí. Estamos cerca de Lulea, ya en la frontera, y el lugar es encantador. Hay varias ACs y alguna caravana paradas, un bar en el que están ahumando pescado, un faro, lavabos con agua corriente, y, al otro lado de la autovía, un pequeño supermercado. Damos un paseo por la zona, cenamos tranquilamente, y, un buen rato antes de que anochezca, nos acostamos a dormir.
27
Al día siguiente, reiniciamos la marcha. Hoy entraremos en
Finlandia y nos
acercaremos hasta el Círculo Polar. A partir de aquí, ya
no se hará de noche.
Nos detenemos en la casa de Papa Noel, pero no entramos. Tiene pinta de
ser una
atracción para niños, y decidimos seguir un poquito. Muy
pocos kilómetros
después, ya en el Círculo Polar, nos detenemos a hacer
alguna compra típica de
guiris y a mandar postalitas para Navidad con el matasellos de
Rovaniemi. A ver
cómo llegan. Seguimos un poquito más al Norte, y
decidimos buscar camping. Toca
ducha y descanso.
28
Salimos del camping de Sodankylä y
reemprendemos la
marcha al Norte. Pocos kilómetros más adelante vemos a
pie de carretera un reno
de verdad. Hasta ahora, solo habíamos visto los
de las señales de tráfico. Pasamos Inari
y, en Karigasniemi
abandonamos Finlandia y empezamos a circular por Noruega. Cada vez
estamos más
cerca de nuestro destino. A media tarde cruzamos el túnel que
une el continente
con la isla de Mageroya. A los pocos
minutos, nos
reencontramos con nuestros amigos, damos cuenta de un buen plato de
lentejas
gracias a Ana, y nos abrigamos un poco. Empezamos a notar el viento del
Norte.
Al “anochecer” recorremos los pocos kilómetros que
nos separan de Nordkapp. Dicen que no va a
hacer buen tiempo, pero, hay
que intentar ver el famoso Sol de Medianoche. Poco a poco, vamos
descubriendo
que el tiempo aquí va por libre. Ahora llueve, ahora sale el
sol, ahora vuelve
a llover,… Intentar prever lo que hará dentro de una hora
es una lotería. Nos hemos instalado
en el camping cerca de Honningsvag, asi que, una vez
visitado el Nordkapphallen, o sea, la
tienda de
recuerdos que hay allí arriba, nos dirigimos de nuevo al
camping. A dormir, que
son las tantas.
29 Pasamos el día descansando, poniendo lavadoras y poca cosa más. Vamos hasta Honningsvag a buscar un mecánico donde cambiar los neumáticos de la furgoneta, que se han deteriorado de una manera alarmante. Hasta el miércoles no tendrán los neumáticos, así que, a esperar. Juan, por su lado, se va a hacer una excursión hasta el “verdadero” Cabo Norte: Knivsjellodden. A la tarde, decidimos dejar el camping e ir a dormir a un parking que hemos visto a mitad de camino de Nordkapp. Así, de paso, si hace buena noche, podemos volver a subir hasta el lugar “mítico”. De momento, parece que el tiempo no nos va a acompañar, pero ya he comentado que puede cambiar el clima en muy poco tiempo. Y así es. Poco antes de las 12 de la “noche”, aparece el sol en el horizonte. Nos hacemos las fotos de ritual, y esperamos a que la gente empiece a desaparecer. A la una de la madrugada no queda casi nadie. Hasta el personal se va a dormir. Son casi las tres de la madrugada cuando, eufóricos, volvemos a los coches a dormir.
30 Como tenemos que esperar hasta mañana, hoy nos dedicaremos a hacer un poco de turismo por la zona. Nos vamos unos pocos kilómetros hasta atravesar el túnel que separa la isla, visitamos el antiguo embarcadero que quedó en desuso al construir el túnel, damos unos buenos paseos hasta unas playitas encantadoras, pero, obviamente, sin nadie, y, aprovechando la facilidad que hay para pernoctar en toda Noruega, nos quedamos a dormir en un área de picnic al lado de la carretera, cerca de la entrada del túnel, con la grata sorpresa de que hay servicios en perfecto estado y con agua caliente.
1
Después de desayunar volvemos a Honningsvag,
dejamos
la furgoneta en el mecánico, y nos vamos a dar un paseo por
el
pueblo.
Visitamos el bar de hielo, regentado por unos catalanes, visitamos
alguna
tienda sami, y nos vamos a comer a un restaurante que nos
han recomendado.
Aprovechamos para comer carne de reno, ballena y todas esas cosas que
comen los
noruegos. Después regresamos al taller, recogemos el coche y nos
vamos, ahora
sí, en dirección al Sur. Hoy iremos a dormir cerca de Hammersfest.
Llegamos a esa ciudad al atardecer. Paseo por sus calles, visita al
puerto, la
iglesia por fuera, y salimos para buscar un sitio donde “poner el
huevo”.
2 Como cada día, desayunamos y nos ponemos en marcha. Vamos bajando dirección sur, siguiendo la maravillosa costa noruega. Tras cada curva hay una postal escondida que intentamos captar con nuestras cámaras. Paramos a comer en una área de picnic, como no, encantadora. A mediodía hemos atravesado Alta. Hemos hecho una paradita y dado un paseo por el centro. Luego, después de recorrer un buen trecho en dirección Tromso, nos detenemos en un área de descanso. Justo al lado, hay un pequeño embarcadero con dos casetas con mesas, bancos y barbacoas. Buen sitio para cenar, descansar y pasar la noche. El tiempo sigue en su línea: ahora hace sol, ahora llueve.
3 Entramos en Tromso a media mañana. Hoy toca visita urbana. El museo Polar, la Iglesia, paseíto por sus calles, su parque, una pizza y a la carretera de nuevo. Salimos a media tarde en dirección a la isla de Senja. Llegamos a la tarde y decidimos buscar camping, nos irá bien una duchita y una lavadora amiga. El camping está al lado de un río en el que, según parece, se puede pescar algún que otro salmón cuando es la temporada, claro.
4
Por la mañana salimos en dirección a Gryllefjord,
pero antes pasamos a ver el Troll más grande del mundo,
según el Guiness. Está en un
parque de atracciones para niños
noruegos, claro, que les va la marcha de esos seres mitológicos.
Continuamos
por una carretera encantadora, como no, hacia el embarcadero para coger
un
ferry que nos lleve hasta Andenes, ya en las islas Lofoten,
nuestro próximo destino. Llegamos al puerto, nos ponemos en la
cola del ferry,
y al poco tiempo, embarcamos. Tras una corta travesía, atracamos
en Andenes y
en el mismo puerto nos hacemos una comidita rápida. A primera
hora de la tarde
reemprendemos la ruta en dirección a la capital de Lofoten:
Svolvaer. Llegamos a media tarde, y nos da
tiempo
para dar un buen paseo por el centro de la ciudad. Después solo
nos falta
buscar un sitio a nuestra medida para pasar la noche. Una vez
instalados,
al cabo de poco rato, Juan nos saluda
desde lo alto de un monte cercano.
5
Amanece de nuevo, y hoy dedicaremos el día a visitar la zona sur
de estas
islas: Henningsvaer,
Leknes, Reine, y, naturalmente,
Ä. A mediodía nos vamos hasta la costa Oeste, a Eggum.
Alli hay una reserva natural con un paisaje
idílico,
y desde donde también se puede ver el Sol de Medianoche. A la tarde visitamos
el Museo Vikingo de Lofoten. Entre sus
curiosidades
hay una casa muy bien ambientada de la época vikinga. Luego
volvemos a Eggum, con la intención
de quedarnos a dormir allí pero es
imposible aparcar, así que nos instalamos en una zona
próxima, donde hay alguna
otra furgoneta que tampoco ha encontrado sitio.
6
Por la mañana volvemos a Svolvaer
para hacer compras
en el supermercado, y luego regresamos a la carretera para continuar
nuestro
viaje. Abandonamos las Lofoten y nos
dirigimos a Narvik, donde llegamos a media
tarde. Damos un paseo por la
ciudad y ya entrada la tarde, casi “anocheciendo”, dado que
no encontramos
ningún sitio que nos guste retrocedemos unos pocos
kilómetros hasta una zona al
lado del fiordo que hemos visto al pasar. Las vistas, como todo el
viaje,
espectaculares.
7 Nos levantamos, desayunamos, y a la carretera otra vez. Nos volvemos a detener en Narvik a fin de conocer un poquito esta bonita ciudad. Nos llueve con ganas, pero eso ya empieza a ser normal. Así que seguimos el paseo, vamos hasta el puerto, volvemos a Información Turística, y luego acabamos comprando salmón y ballena en una pescadería. Salimos de Narvik por la E6 dirección Sur y queremos llegar a Bodo a ver el Salstraumen. Así que carretera y manta. Aprovecharemos para hacer una parada técnica, por lo que buscamos un camping. Hay uno al lado del fiordo que parece tener todos los números para que pasemos la noche. Nos pasamos un buen rato viendo el espectáculo del agua arremolinándose por efecto de las mareas. Jesús aprovecha para echar la caña, pero sin resultados positivos. Como siempre, aprovechamos para poner alguna lavadora, pasear, relajarnos un poquito y descansar de coche.
8
Por la mañana, antes de partir, hacemos otra visita al Salstraumen.
Realmente, es un espectáculo digno de ver y disfrutar. Visitamos
Bodo, donde apreciamos su bonita Catedral.
Partimos de Bodo en dirección Sur,
con la idea de llegar hasta el
Círculo Polar, pero esta vez, para abandonar esta
durísima zona de nuestro
planeta. Por el camino nos entretenemos
viendo
un caudaloso rio y dando un paseo por sus orillas. El puente
colgante
para
atravesarlo es impresionante. Volvemos a coger los coches y nos
dirigimos hacia
el punto de destino. Llegamos al Círculo Polar ya bien entrada
la tarde. Nos
detenemos para ver el Centro de visitantes, poco más que
una tienda de souvenirs. El paraje
sigue
siendo de una agreste belleza
que llama la atención. Dos cosas nos sorprenden: la gran
cantidad de montículos
de piedra que jalonan la zona y la gran cantidad de pegatinas que han
enganchado en las poquísimas señales de tráfico
que hay por aquí. Visitamos la
tienda de recuerdos para hacer alguna compra de cachivaches varios y a
continuación, nos arrinconamos un poquillo en el parking para
pasar la noche.
9 Abandonamos
el Círculo Polar y nos dirigimos hacia las proximidades de Mo
i Rana, donde
podremos visitar la gruta más famosa de Noruega, la Gronligrotten,
y luego dirigirnos hacia el glaciar Svartissen. La gruta no es nada del otro mundo.
A nuestro
modesto entender, hay varias grutas visitables en otras zonas de Europa
mucho
más llamativas que ésta. Seguimos ruta hacia el glaciar.
Cuando llegamos, vemos
que para aproximarse a la base hay que tomar un pequeño barco o
bien caminar
bordeando el lago durante cuatro kilómetros “dando un
agradable paseo”, según
pone en el cartel de horarios del barco. Decidimos dar el paseo, que de
agradable no tiene nada. El sendero se pierde a los pocos metros de
abandonar
el embarcadero, y no queda más
remedio
que adentrarse en la zona boscosa que rodea el lago, atravesando
riachuelos
llenos de fango, ramas rotas, …
Vamos, un verdadero
calvario. Cuando llegamos al otro embarcadero, Francis y yo decidimos
no
continuar hasta el glaciar y volver en barco al parking. Eso sí
que es un
agradable paseo, durante el que, además, aprovechamos para comer
un bocadillo
que habíamos preparado. Justo al lado del embarcadero hay una
zona de camping
libre y decidimos pasar la noche allí mismo.
10
A la mañana, decidimos separarnos y, después de desayunar
y despedirnos de
nuestros compañeros de viaje, partimos en dirección
a Mosjoen,
para ver la iglesia de Dolstad. Mosjoen
es una bonita ciudad, que nos sorprende con una especie de
“fiesta en la calle”,
una antigua gasolinera perfectamente conservada y bicicletas viejas
recuperadas
como objeto decorativo. Recomendable. A mediodía seguimos viaje.
Unos kilómetros
más al sur, antes de llegar a Garland, paramos a pie de
carretera en una
especie de centro recreativo llamado Laksakvarium,
con pasarelas hasta el río, y con unas vistas impresionantes.
Seguimos por la
E6, como ya viene siendo costumbre, y nos detenemos en un área
de picnic para
cenar. Vemos que también se detiene alguna AC, y aprovechamos
para dormir hasta
el día siguiente.
11
De nuevo toca el ritual de cada mañana: recoger, desayunar y en
marcha de
nuevo. Partimos en dirección a Trondheim.
Cerca del aeropuerto
hacemos una
parada para visitar la iglesia de Vaernes,
recomendada en varias guías turísticas. Las instrucciones
para llegar no están
muy claras, así que nos metemos un
par de veces en el
aeropuerto, pero al final
encontramos la “Vaernes Kirke”.
La iglesia está cerrada pero vale la pena dar un paseo por los
alrededores, o
sea, el cementerio, como en todas las iglesias nórdicas.
Seguimos hacia
Trondheim, donde nos encontramos, como no, con
una ciudad moderna,
llena de
vida y muy agradable. La Catedral, impresionante.
Su centro, lleno de
gente que
aprovecha el excelente día; todo acompaña para dar un
buen paseo. Comemos un
bocata en el bar del museo de la Catedral para aprovechar un poquito
más el
parking y poder seguir visitando la zona. A media tarde abandonamos
Trondheim.
Pararemos a dormir en un área de picnic camino del Dovrefjell-Sunndalsfjella
Nasjonalpark. (He tenido que mirar el
letrero siete
veces para escribirlo bien)
12 Vamos a ver
“bueyes almizcleros” o sea, un
bicho
parecido al búfalo, pero que no se ve por ningún lado.
Vamos, dos horas de
caminata de subida, dos horas de bajada, y nada de bichos ni animalicos por ningún lado. Sí que
había mucha gente con
guía y todo, y mucho prismático, mucho por aquí y
por allá, pero de bueyes,
nada de nada. Y mira que son grandes, los cabritos… (Suponemos)
Vale. Una
excursión muy
chula. Cuando volvemos a la furgoneta, comemos alguna cosilla y
seguimos viaje.
Llegamos hasta Dombás, donde
buscamos un camping para
pasar la noche y hacer un par de lavadoras.
13
De nuevo en marcha. Paramos en Otta, para
solucionar
un pequeño problema mecánico, y, una vez solventado,
seguimos viaje. Nos
desviamos un poco para entrar en Vaga y visitar su Iglesia, recomendada
en la
guía. También aprovechamos para comprar una botellita de
licor, difícil de
conseguir en estos lares. (Solo en tiendas especializadas, con horarios
restrictivos y bastante caro). Luego seguimos viaje y nos dirigimos
hacia la
zona más montañosa de Noruega: Abandonamos la E6 y nos
dirigimos al sur por la
carretera 55, cruzando por el Nufshaugen.
De nuevo
los paisajes son de una dureza impresionante, pero también de
una belleza que
nos atrae. La carretera está en perfecto estado a pesar de la
gran cantidad de
nieve que hay acumulada en las cunetas y en la montaña. En Songdal
retomamos la E6 y buscamos sitio para pasar la noche. Finalmente, nos
decidimos
a meternos en el camping de Kjornes, cerca
de la
ciudad.
14 Salimos del camping y tomamos de nuevo la carretera. Pronto debemos coger un ferry para atravesar el fiordo. Cuando desembarcamos, atravesamos un túnel de 24 kilómetros… gratuito. Al sur de Glam visitamos las cascadas de Tvindefossen. De nuevo, nos quedamos embobados con las espectaculares imágenes que nos brinda este país. A mediodía estamos en Voss. Después de un descanso y comer algo, seguimos ruta hacia Bergen, a donde llegamos a la tarde. Por esta zona no se ven ACs ni otros vehículos en las áreas de picnic, asi que no nos arriesgamos y buscamos camping. Están todos bastante llenos, como corresponde a una zona turística de la magnitud de Bergen. Al final encontramos uno y nos disponemos a cenar y pasar la noche.
15
El día amanece “noruego”, o sea, un poco de sol, un
poco de lluvia, un poco de
niebla, un poco de frio, un poco de calor. Vamos, completito.
Salimos del camping y nos vamos a visitar Bergen. Aparcamos el coche
cerca del
puerto y visitamos el mercado de pescado. En realidad es un complejo de
restaurantes en donde te cocinan lo que compras y te lo comes
allí mismo. Fuera del mercado hay
más puestos de comida
del mismo estilo, en los que la mayoría de cocineros/camareros,
son españoles,
griegos e italianos. ¿Quién dijo crisis? Así que
no tendremos problemas para
pedir la comida cuando llegue la hora. La ciudad tiene poco
desperdicio. El
puerto, el casco viejo, las famosas casas del centro, todo invita a
pasear y
fotografiar sus rincones. Obviamente, comemos en uno de los puestos del
puerto
un combinado de pescado y marisco, servido por compatriotas nuestros
que se
están buscando la vida por aquellos lares. Aprovechamos para
enterarnos de que
la vida allí es muy cara, sobre todo el alquiler, pero que
compensa estar tres
meses trabajando… Cada uno que saque sus propias conclusiones. A
la tarde, más
paseos, visita a uno de sus museos, un café, y a seguir la ruta.
Después de
coger otro ferry, paramos a cenar y dormir en un área de
descanso de la
carretera, cerca de Leirvik.
16
Nos ponemos en marcha de nuevo dirección a Stavanger. De nuevo,
más ferry y más
carretera. Llegamos a Stavanger alrededor de las 12, aparcamos en un
parking
público y nos dedicamos a pasear por la, como no, preciosa
ciudad. Comemos en
un McDonalds y luego salimos en
dirección al mítico Preikestolen.
A media tarde, después de coger otro ferry,
claro, llegamos al parking en donde
coincidimos con un forero que nos “guarda” el aparcamiento,
ya que parece que
ese día regalen algo. La carretera está atestada de
vehículos aparcados a lo
largo de varios kilómetros. Suponemos que es por el anuncio de
la tele de que
iba a hacer un día espléndido. Después de dar una
vuelta por la zona, decidimos
dejar la ”expedición”
para el día siguiente. Retrocedemos
un poco y nos metemos en el camping, ya que la cosa pinta mal para
pernoctar
por allí. Nos instalamos y al poco entendemos por qué en
esa zona del camping había
sitio: estamos al lado de la zona donde aterriza el
helicóptero que da vueltas a
la gente por el fiordo. El ruidito solo
dura una hora, menos mal. A dormir.
17
Hoy no salimos “directos” a la carretera y a hacer
kilómetros. Hoy toca
calcetines, botas, bastones, bocadillo, agua, mochilita y ¡Al Preikestolen! Aparentemente, debería ser
un paseo poco más
o menos agradable. Aparentemente, debería poderse hacer en poco
más de una
hora. Pero la realidad es otra. Los fuertes desniveles, la gran
cantidad de
gente (no quiero imaginar cómo debía ser esto ayer), los
escalones esculpidos
en la roca, según dicen, por Sherpas nepalíes, la falta
de entreno, hacen que
tardemos dos horas y media en llegar al mítico Púlpito.
Vale la pena el
ascenso. Las vistas son de escándalo (y eso que ya llevamos unas
cuantas
imágenes de postal en nuestras retinas) y, como no, nos
alegramos de estar en
ese precioso acantilado a 500 metros sobre el nivel del fiordo.
Tardamos dos
horas y media más en descender hasta el aparcamiento, pero esta
vez paramos a
comernos el bocata a medio camino. Si cuando subíamos
había gente, ahora esto
parece ya la Calle Mayor. Llegamos al camping, aprovechamos para poner
una
lavadora, y a descansar. Mañana será otro día.
18 Hoy, a la Sra. Furgoneta le da por hacer el tonto. Le cuesta arrancar, “tose” como una boba cuando intento acelerar, y, a los pocos metros, se para. Hay que “jorobarse”… Llamada al seguro, lío para explicar dónde estamos, y, además, es sábado. Al cabo de media hora, le doy de nuevo al motor de arranque, y en marcha. Supongo que no le habrá gustado el pasarse dos días parada en el camping del Preikestolen y decidió darnos un “sustito”. Llamada de nuevo al seguro para anular el rescate y seguimos viaje. Para llegar a Oslo, nuestro próximo destino, tenemos dos opciones: ir por el interior, sin mucho atractivo según la guía, o dirigirnos al sur por la costa, pasando por Kristiandsund y Larvik y luego ascender hacia el noreste dirección a la capital nórdica. Optamos por esta última vía. Nos detenemos a hacer noche en un área de picnic poco antes de Larvik que, como la mayoría, es perfecta para nuestras necesidades, servicios, agua, … ¡A dormir!
19 Llegamos a
Oslo. ¿Qué decir de Oslo? Ciudad acogedora, agradable, …
Vamos, un encanto. Callejeamos un buen rato, hacemos las últimas
compras
“guiris”, visitamos sus calles, plazas, el Ayuntamiento,
que, por cierto, es un
museo en si mismo debido a su
decoración, con grandes
cuadros, salas maravillosamente decoradas, y, lo más importante,
visitable
gratuitamente, y, a continuación, vamos al Viking
Museum; allí conocemos parte de la
vida de los antiguos
pobladores
de aquellas tierras y sobre todo, sus métodos de transporte.
Después, a la
tarde, nos toca paseo por el Parque Vigeland.
De
nuevo nos quedamos anonadados con la belleza que nos depara este
país. El
parque no es solo una visita obligada para los extranjeros, si
no que es una zona de ocio para los habitantes de la ciudad. Hay
gente
paseando, patinando, haciendo picnic, haciéndose fotos. Una
tarde imborrable en
el recuerdo. Abandonamos el centro para dirigirnos a la zona alta de la
ciudad,
donde se construyó el trampolín de esquí de Holmenkollen.
Pasaremos la noche en el parking, en donde hay alguna autocaravana.
Cerca están también los servicios del museo de
esquí, en donde hay una buena
explicación de las expediciones al Polo.
20
Después de desayunar, volvemos hacia el centro de la ciudad. Hay
muchas cosas
que ver antes de marchar. El Palacio Real, el edificio de la Opera, el
puerto,
Karl Johans Gate.
Queremos
aprovechar lo que podamos. A la tarde debemos seguir nuestro camino,
así que
tomamos de nuevo la carretera dirección al Sur. Ya en Suecia,
seguimos hacia Tanum, para ver los famosos
petroglifos. Vale la pena dar
un paseo por los alrededores, muy bien cuidados, y apreciar la
grandiosidad de
esos grabados en las rocas, con más de 3.000 años de
antigüedad. Seguimos viaje
y entramos en Dinamarca de nuevo a través del puente que une
Malmö con
Copenhague. Como casi siempre, buscamos
u n sitio donde cenar y pasar la noche y …
hasta
mañana.
21
Hoy nos dirigimos en dirección oeste, hacia Odense, a fin de no
repetir ruta.
Llegamos a Odense a mediodía y nos damos un buen paseo por la
ciudad. Como casi
todas las ciudades que hemos visitado en este viaje, nos sorprende una
población con ambiente excelente, con mucha gente por la calle,
cascos antiguos
preciosos llenos de rincones que ver y fotografiar. Nos encontramos con
la
sorpresa de que el patrón de Odense es San Canuto, así
que aprovechamos para
rendir un pequeño homenaje a una excelente amiga nuestra.
Salimos de Odense y
vamos a buscar un camping para pasar la noche. A unos diez
kilómetros encontramos
uno, y, ¡sorpresa! Está lleno. Muy amablemente, la
recepcionista llama otros
campings hasta que nos encuentra sitio en uno, que está casi en
el centro de la
ciudad, así que, vuelta atrás. Para celebrarlo, nos vamos
a comprar unas pizzas
para cenar.
22
A partir de hoy haremos un poco más de carretera, sin dejar de
aprovechar para
hacer alguna paradita en lugares que, a priori, merecen una visita y,
de paso,
estirar las piernas. De nuevo en marcha, entramos en Alemania de nuevo
con el
miedo en el cuerpo por los atascos que encontramos a la ida, intentando
esquivar las zonas que nos parecen más conflictivas. Llegamos a
Bremen a
primera hora de la tarde. No me cansaré de repetir que nos
encontramos con
rincones bonitos, fotos de postal, ambiente agradable y gente amable
por todas
las poblaciones que hemos pasado. Bremen no es la excepción.
Aparcamos cerca
del centro y como en otras ciudades, nos vamos a patear. Naturalmente,
la
ciudad está volcada en el cuento de los animales músicos
de los hermanos Grimm,
las figuras de los cuatro bichos
están
por casi todos lados. La ciudad no tiene desperdicio: el Ayuntamiento,
la plaza
del Mercado, las callejas de su barrio antiguo, todo nos hace alargar
los
paseos y disfrutar de la tarde.
23
Hoy decidimos tirar de carretera todo lo posible para acercarnos a casa
lo
máximo posible. Así que día de transición,
sin mucha cosa que contar. Cruzamos
Alemania, entramos en Francia, y cuando empezamos a estar hartos de
coche,
buscamos un área de ACs para cenar
y pasar la noche. Paramos
en Montbeliard. El pueblo es muy bonito,
pero el área
de ACs está en un sitio que no nos
acaba de gustar,
así que buscamos otro sitio. Cerca está la Base de Loisirs
du Pays de Montbeliard,
en
donde hay otra área de ACs. El
sitio es precioso, hay
bastante gente haciendo deporte de todo tipo, pero en el área
solo caben tres coches,
y una plaza está ocupada, parece que permanentemente, por un
furgón de pollos
al ast. Menos mal que la furgo mide menos
de 2’10 de
altura, y nos metemos en el parking pero eso sí, al lado del
área de ACs.
24 De nuevo día de viaje sin más. Ahora toca hacer millas y llegar a casa a tiempo para ver a la familia y descansar, no sin antes pillar, a la altura de Girona, una tormenta de las que hacen época. La autopista se convierte en una piscina así que durante unos kilómetros hemos de aflojar el paso y poner el limpiaparabrisas a toda marcha para ver por dónde vamos. Al cabo de una hora, “Hogar, dulce hogar”.
Lo malo de un viaje de estas características, es la acumulación de cosas que el viajero quiere ver, pensando, sobre todo, en la distancia que se va a recorrer. Es obvio que es imposible visitar todo aquello que queríamos, ver todos los rincones recomendados en las guías turísticas y en las Oficinas de Turismo. Y también es obvio que hemos pasado muchas horas sentados en nuestra furgoneta. Pero la belleza de los paisajes que hemos visto, de las ciudades visitadas y de las rutas que hemos hecho, ganan por goleada al cansancio de los casi 15.000 Km. recorridos. Así que como nos han quedado muchísimas cosas por ver, pues ¡volveremos!