SEMANA SANTA EN MARRUECOS

26/03/2010 a5/04/2010.

 

El 26 de Marzo teníamos ya la cabeza puesta en el viaje, aunque era aún laborable.

DSC_3226.JPGA mediodía, últimos retoques a las maletas, a la furgoneta, y, según lo previsto, salimos de casa para encontrarnos con parte del grupo en el Área de Servicio de la AP7, cerca de Vilafranca del Penedés, concretamente, con Dolors y Mateu, y Ana y Jesús. 

De allí, continuamos el viaje hacia Valencia, para buscar un sitio donde poder descansar y dormir un rato. Mateu conocía un sitio, cerca de la Playa del Saler, y nos dirigimos hacia allí.

Después de cenar,  descorchamos una botella de cava a la salud de Dolors, ya que era su santo.

A la mañana siguiente, dejamos la Playa del Saler y nos dirigimos hacia una localidad cercana para desayunar y ver una tienda de artículos de camping, donde, obviamente, cayó alguna cosilla que luego sería aprovechable, si no para este viaje en concreto, para otros.

Continuamos dirección sur, ya que teníamos intención de llegar a  dormir a Algeciras. A la altura de Jumilla nos despistamos, y tras unos kilómetros, nos volvimos a reunificar las tres furgos que integrábamos, hasta ese momento, el grupo.

Después de las paradas técnicas normales y de un palizón de horas de coche, llegábamos a Algeciras al anochecer. Allí nos encontramos, con la inestimable ayuda de un forero motorizado que nos guió, ¡Gracias, Antonio! hasta el punto en que habíamos quedado con Juan y Marcela, que habían llegado poco antes. Estábamos impacientes por volver a verlos, tras seis meses, desde Ciudad Real… Llegaron al poco Edita y Alfonso, ya que estábamos muy cerca de su casa. Al fin volvíamos a coincidir con nuestros buenos amigos.

DSC_3236.JPGAntonio nos recomendó un sitio para cenar, que estaba cerca de la Estación de Autobuses, con lo que nos iba perfecto, ya que Alba llegaba desde Granada en bus. También estaban a punto de llegar Elia y José Antonio “Gorgo”, que se apuntaron a la cena, naturalmente.

Nos despedimos de Antonio, y, después de cenar, nos fuimos a dormir. Mañana nos esperaba un gran día.

El sábado nos levantamos temprano para poder dirigirnos al puerto lo antes posible. Allá solo había que esperar ya que teníamos las reservas hechas, mientras un  mar de vehículos iban de un lado al otro, buscando la manera más rápida de embarcar.

Entre una cosa y otra, embarcamos alrededor de la una de la tarde. Llevábamos más de tres horas en el puerto. Sobre las dos salíamos del puerto de Algeciras, y empezábamos la travesía del Estrecho dirección Tánger.

DSC_3264.jpgAl  llegar a Tánger nos esperaba la “tortura” de la Aduana marroquí. Gente por todos lados, coches en todas direcciones, personas pidiendo papeles, documentación, dinero,… de todo.

Al cabo de dos horas, ya habíamos salido de la Aduana, y iniciamos la ruta dirección Chefchaouen. Alfonso y Edita recordaban un asador en la carretera que estaba bien, y nos dirigimos hacia allí para comer, o casi cenar. Entre travesía, Aduana y cambio horario, se nos había pasado el día, y nos pusimos a comer cerca de las 6 de la tarde. DSC_3280.jpg

Al anochecer llegamos a Chefchaouen, y después de dar nuestros datos en la recepción del camping y dejar las furgos, fuimos a visitar la población, bajando por un camino que atravesaba el cementerio.

Caminamos un rato por las estrechas calles de la Medina, visitamos sus bellas plazas repletas de gente, y volvimos al Camping para cenar y descansar.

El domingo decidimos salir dirección Fez pronto. Las carreteras marroquís no tienen buena fama, y hay que hacer bastantes kilómetros. La fama de las carreteras se acrecentó al cabo de unas horas. Alfonso se “come” un boquete en el asfalto dañando dos llantas, y Jesús, que le seguía, se mete de lleno en el agujero rompiendo un neumático y dañando seriamente otro. Montamos la rueda de recambio, descansamos unos minutos, y seguimos viaje. Paramos a comer en un lado de la carretera, y como por arte de magia,  empiezan a salir niños pidiéndonos de todo: Caramelos, regalos, comida, fruta,… Por los Walkies oímos voces en castellano, y al poco tiempo aparecen otros foreros que seguían, más o menos, la misma ruta que nosotros.DSC_3294.jpgTambién aprovecharon para detenerse y comer en el mismo sitio, ya que no había mucha sombra por la ruta.

A los pocos kilómetros después de reemprender la ruta, llegamos a Volúbilis. La parada y el paseo por sus antiguas calle empedradas es obligatorio. Emociona pensar que estamos en una ciudad con cerca de 2000 años de antigüedad, que se conserva relativamente en buen estado y que permite apreciar perfectamente la estructura de sus casas y calles, haciéndonos sentir por un momento, en otro mundo…

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Al anochecer llegamos a Fez, una de las Ciudades Imperiales. Después de las vueltas “normales”, encontramos el Camping. Empezamos a habituarnos a la pasmosa y tranquila burocracia del país. Pasaportes, papeles llenos de datos y todo el tiempo del mundo para rellenarlos…Preguntamos al recepcionista si sabe de algún sitio que reparen neumáticos, pero no conseguimos aclarar mucho la cosa, así que, lo dejamos para mañana.

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Montamos nuestra jaima particular, y cenamos tranquilamente comentando las incidencias del día y con final de “repertorio chistoso” hasta la hora de dormir.

Al día siguiente y ante la incertidumbre de lo que tardarán en reparar las ruedas de la T5 de Jesús, decidimos ir a ver la ciudad tranquilamente; mientras, Jesús y Carles vamos a intentar solucionar lo de las ruedas. Optamos por pedir un taxi en recepción del Camping, que tarda 10 minutos en llegar. Le explicamos al chófer lo que necesitamos, y se pone 100% a nuestra disposición. Nos hace coger las ruedas, y nos vamos a pasear por Fez buscando casas de neumáticos con la inestimable ayuda de Hassan, el taxista, que en todoDSC_3332.jpg momento nos hizo deinterlocutor ante lo que podría haber sido un problema para entendernos. Al final y después de recorrer varios talleres, optamos por uno de ellos, y dejamos las ruedas para reparar. Hassan se ofreció a llevarnos a hacer un “tour” por Fez, que obviamente, aceptamos encantados, mientras llegaban los neumáticos y los montaban. El tráfico en las ciudades marroquís es caótico, con un anti-respeto a las normas de circulación, asumido, parece ser, por todas las personas implicadas: conductores, peatones, policía municipal,… A los profanos en este tipo de conducción, nos ponían los pelos de punta en más de una ocasión. Hassan, tan tranquilo, claro. Después de dos horas y un té, teníamos las ruedas reparadas y de nuevo volvimos al Camping para montarlas. Era hora de comer, y nos llamaron desde “el pelotón” para encontrarnos de nuevo y poder acabar la visita a Fez todo el grupito.

DSC_3361.jpg A la tarde nos fuimos a callejear por la Medina, visitando los sitios más típicos de ella: Las callejas, tiendas de ropa, los talleres de curtidos de pieles, el mercado,… Al anochecer, a  buscar transporte y hacia el camping de nuevo, a descansar. Mañana nos vuelve a esperar la carretera marroquí, ya que tenemos intención de llegar a Merzouga a dormir.

A la mañana, todos estábamos dispuestos a pasar un buen día de carretera. Nos esperan casi 500 Km. de todo tipo de paisaje. Paramos en un mercadillo, donde compramos pan, dátiles y algún otro producto, y seguimos viaje. Debido a un fallo “logístico”, nos pasamos por fuera el Bosque de Cedros, (vendremos otra vez a verlo) y encaramos hacia el Atlas Occidental, para cruzarlo y descender por las Gargantas del Ciz, donde paramos a comer.

Otra vez salen niños por todos lados, y tenemos que acabar comiendo en las furgos para evitar en parte el tener que estar con el “no” constantemente en la boca. Seguimos hacia el sur, y ya cerca de Merzouga, en Erfoud, paramos a comprar alguna cosilla más, ya que están todas las tiendas abiertas. De nuevo los niños se arremolinan alrededor de los coches, pidiendo de todo. En este caso, y solo en este, tuvimos que “enfadarnos” ante lo que parecía una cierta agresividad de los críos, que llegaron a golpear algún coche. Nada que con un par de gritos no se solucione.

Llegamos al camping de Merzouga, l’Ocean des Dunes, al anochecer, así que poca cosa más. Instalarnos y a cenar y dormir, previa entrevista con el dueño del camping, para recibir información sobre las actividades que podemos realizar los siguientes días.  Mañana excursión en 4x4 y a la tarde en camello, a ver las dunas. Al rato, cambio de planes: mañana no hay 4x4. Será pasado mañana. Al cabo de un rato, cambio de planes. Mañana 4x4 y pasado camello. Un poco más tarde, no hay camellos.  Al final, habrá camellos. Nada que no tenga solución para el dueño del camping.

Al día siguiente, nos metemos en dos vehículos todo terreno, y nos vamos a hacer un “tour” por varios puntos próximos:

 

DSC_3492.jpgEl lago, el pueblo Gnawa con su especial belleza y sus danzas, las minas del desierto, y para comer, parada en una casa bereber. A la tarde, continuamos la ruta hacia la zona donde se encuentran las piedras con fósiles, y de regreso, a dunear un poquito, llegando al camping antes de la puesta de sol. Desde aquí un agradecido recuerdo a los chóferes, Barack y Alí.

DSC_3591.jpgDespués de descansar un rato, unos deciden caminar hasta la Gran Duna para ver la puesta de sol, otros quedarse en el camping a descansar y leer, y otros nos vamos a pasear con las furgos por las pistas. Nos paramos a ver la puesta de sol, y, cuando nos damos cuenta, con una rapidez a la que no estamos acostumbrados, cae la noche. Regresamos hacia el camping, pero para darle  le un poco de emoción, nos pasamos de largo. Es  noche cerrada, aun no hay luna, y lo de la iluminación, pues como que no se lleva demasiado por esa zona. Alfonso decide preguntar en una casa que se ve luz, y, ni corto ni perezoso, el marroquí salta a uno de los coches y, después de darse un poco de autobombo, “ahora por la derecha, ahora por la izquierda”, “suerte de haberme encontrado, yo zorro del desierto”, nos damos cuenta de que va tan perdido como nosotros. Después de unas cuantas vueltas, más preguntas y algún que otro sobresalto, llegamos al Camping sanos y salvos. Para celebrarlo, nos llevamos unas cuantas botellas de aguardiente al desierto y hacemos una queimada. No en vano los organizadores son gallegos, ¿no?

Al día siguiente, por la mañana, damos un paseo a pie por el Oasis, y por el pueblo. Comemos y a continuación, paseíllo en camello hasta la Gran Duna. Parte de la gente decide saltarse el camello y subir a pie hasta la Duna de nuevo. Esperamos un tiempo prudencial, hasta que el sol se pone majestuosamente tras el horizonte…

Esta vez no nos perderemos. Tanto los camelleros como los camellos saben a dónde han de ir y volvemos al Camping sin tropiezos.

Cenando le pedimos a Ibrahim (¿se escribe asi?) el dueño del Camping, que nos abra a la mañana a las 6, para poder marchar. La idea es llegar a Marrakech a la noche, y volvemos a tener una buena tirada de carretera, y, además, con cosas interesantes para ver por el camino. No solo estaba levantado para abrirnos si no que nos preparó un “té de despedida”, bueno, café con leche, que nos sentó de maravilla. Nuestro más sincero agradecimiento por su amabilidad y  cordialidad, que, junto con su profesionalidad y la de su equipo, hizo que nos sintiésemos a gusto en una zona absolutamente diferente de la que estamos acostumbrados.

DSC_3660.jpgDe nuevo carretera y manta. Kilómetros y mas kilómetros de carretera no en muy buen estado, lo que no nos permite hacer promedios altos. A media mañana, parada en las gargantas del Todra.

Vale la pena desviarse un poco para ver esas inmensas paredes de piedra a lado y lado del río. Continuamos viaje hacia el Oeste, dirección Ouarzazate. Antes de llegar a esta ciudad, nos desviamos de nuevo a la derecha, ya que hay una carretera que cruza el Atlas por otro punto. Paramos a comer, y, como excepción, no hay niños merodeando por allí. Pronto aparece una furgoneta Renault Express roja, que se detiene a nuestro lado, y, cuando creemos que va a descender el marroquí de turno vendiendo cosas, aparece el forero Marcus, que, junto con un amigo, están recorriendo también esa región. Después de hablar un rato con ellos y tomar una cerveza, recogemos y decidimos volver por la N9 hacia Ouarzazate; no nos fiamos del estado de la carretera que hemos tomado. Luego sabríamos que habíamos hecho una buena elección. Marcus llegó a Marrakech pasadas las 12 de la noche. Pasamos Ouarzazate sin detenernos, (queda para otra ocasión) y seguimos hacia el Atlas. La carretera empieza a ascender, y franqueamos la cordillera a mas de 2000 metros de altura. Las vistas son impresionantes.

DSC_3697.jpgEl paisaje refleja la dureza de la vida en esa zona, mientras descendemos, serpenteando, hacia Marrakech. A los pocos kilómetros nos para la policía a Juan y a Carles. Nos dicen que íbamos con exceso de velocidad, y que nos han de poner una multa de 400 Dirham a cada uno. Al final se queda en 200 (sin recibo) y a seguir el viaje. Llegamos a Marrakech, como siempre, al anochecer. Para encontrar el camping nos perdemos de nuevo y nos cuesta más de una hora llegar hasta allí. Por el camino, segundo “encuentro” policial. En una rotonda, nos equivocamos al tomar la salida y damos la vuelta entera a la rotonda. Alfonso, que iba el último no lo hace, y al “poli” de turno le faltó tiempo para “multarlo”, sin recibo, claro. Como no hay mal que por bien no venga, nos obsequiamos con una buena cena, y luego, a dormir.

 

Amanece de nuevo. Se acerca el final de las vacaciones y del viaje, y empezamos a estar cansados. No lo suficiente como para dejar de visitar la maravillosa plaza de Jemaa el Fnaa, ver su hermosa Medina, callejear un poco y hacer alguna compra. Por el camino, nuevo encuentro policial. Paran a Mateu con una burda excusa y entre que se queda parado en mitad de la calzada y que se hace el despistado, sale indemne económicamente del asunto.

Es mediodía cuando salimos hacia Asilah, aunque nos hemos quedado con ganas de conocer más a fondo esta encantadora ciudad de Marrakech.

En la circunvalación de Casablanca, le vuelve a tocar la lotería policial a Juan. Esta vez, la excusa es que se ha saltado un semáforo, semáforo regulado a mano por un agente, y que  lo pone en rojo a voluntad…Sin comentarios. A la altura de Larache, Edita, Alfonso, Elia y “Gorgo” se desvían para visitar a unos conocidos.

DSC_3741.jpgEl resto seguimos hacia Asilah, en donde nos reencontraremos de nuevo a la noche. A la hora de comer, paramos en una zona de servicios de la autopista. Pronto aparecen de nuevo todos los niños de Marruecos, esta vez  vendiendo collares. En Asilah no hay camping, pero hay un area de estacionamiento de autocaravanas vigilada. El vigilante es todo un personaje. Nos dice donde cenar, que visitar, nos gorrea vino y aceite, nos intenta “mangar” una mesa y dos sillas,… Nos vamos al centro del pueblo a cenar, y nos reunimos de nuevo con el grupito que había ido a Larache. Despues de cenar damos un paseo por la Medina, en la que estaban cerrando ya todas las tiendas, y nos fuimos de nuevo hacia donde estaban las furgos para dormir.

Hoy es domingo. Un nuevo día empieza, y el viaje toca a su fin. Salimos de Asilah en dirección al puerto de Tanger, en donde nos esperan de nuevo unas horas de ajetreo aduanero. Primero, canjear los billetes del ferry. Sin problemas. Luego pasar la aduana. Que si el papel verde, que si el papel amarillo, que si por esta fila, que si al escáner, que a la otra fila,…Tras varias horas en el puerto vamos a embarcar. Aún falta la última sorpresa. A Juan le reclaman el “papel del escáner” (un trozo de papel cuadriculado, pintarrajeado a mano con la silueta de  un coche) y como no lo tiene, ya que no ha pasado por el escáner, le arman un lío…Al final embarcamos todos y salimos rumbo a la península.

Volvemos a España, toca adelantar los relojes dos horas y salimos del puerto de Algeciras. Ya solo nos queda lo más triste del viaje. Nos despedimos de nuestros amigos Juan, Marcela, su hija Alba, Edita, Alfonso, Elia, “Gorgo”,… El resto iniciamos el camino de regreso hacia Barcelona.

Viajar por Marruecos ha representado para nosotros un placer indescriptible. Es un precioso país. Sus habitantes son, salvo raras excepciones, gente amable y acogedora, sus paisajes maravillosos, y además, hemos disfrutado de la compañía de unos buenos, excelentes, amigos.

Esperamos repetir.